¿Qué pasa si de golpe me pongo de novia con un chico que juega al rugby y es tan grosso que lo mandan a Francia? Ya sé, es un caso muy extremo. Pero justo el otro día hablaba de este tipo de situaciones con una amiga. Si bien yo estoy muuuuuy lejos de esa vida, no es un caso raro. "No serías la primera ni la última", me decía mi madre.
Obvio, así como yo puse de ejemplo al rugbier profesional, también tenés al ingeniero que trasladan a Australia, al futbolista que venden a un club de Italia, al abogado que se le da por trabajar en Estados Unidos o al médico que le sale un doctorado. Cualquier profesión puede lograr exiliarte de tu país, y más aún cuando amás lo que hacés.
Así discutía con mi amiga, que si algún día me llega a pasar algo del estilo, yo primero quiero terminar mi carrera. Muchos tienen como meta casarse y formar una familia. Que no se malinterprete, yo también quiero eso. Pero en este punto de mi vida, mi carrera se encuentra en el primer puesto de mis must do.
Y ni hablar si fantaseás todos los días con un futuro haciendo lo que te gusta, siendo una persona exitosa. Yo, por ejemplo, compro todos los meses mis revistas preferidas y sueño con llegar a algo así en un futuro no muy lejano. Harper's Bazaar, Elle, Vogue y otros medios un poco más chicos ocupan mi mente imaginando una vida rodeada de arte y moda; haciendo lo que más me gusta, escribiendo, recorriendo el mundo y conociendo gente nueva e interesante. O por qué no iniciando un nuevo proyecto, mi propia revista. Un plus sería hacer todo eso que tanto quiero, con alguien al lado, que banque mis tiempos (y yo los de él). Tiempo al tiempo.
Pero como dije antes, primero está la carrera. Jamás voy a llegar lejos si me quedo únicamente con mis sueños y fantasías. Por eso, citando a una gran amiga y periodista, "si lo crees lo creas", frase que me recuerda a una canción de Daughtry que dice "be careful what you wish for cause you just might get it all".
Ojo, todo esto no quiere decir que mañana yo me enamoro de alguien que tiene que viajar y me quedo. No sería raro que largue todo y me vaya a trabajar de camarera a un barcito en las afueras de París. Nunca se sabe.
K.
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