No, definitivamente no nos gustan las imitaciones. La copia nunca fue bien vista y, si bien el plagio está cada vez más subestimado, las marcas que lideran el mercado deberían darle más importancia. La competencia entre ellas se supone que tiene que ser por quién tiene los mejores diseños, quién es más innovadora; no quién supo realizar la mejor copia. El problema es que las marcas van a lo seguro, no se animan a probar algo nuevo.
No hablo sólo del caso de La Salada y todas las ferias que se caracterizan por sus falsificaciones. Las principales marcas, locales y extranjeras, son víctimas de estas empresas que se están convirtiendo en imperios de las truchadas. A los imitadores, las marcas de lujo les sirven como estímulo, gracias al prestigio y exclusividad que estas suelen brindar a sus usuarios.
Pero no tenemos que ir tan lejos para ver plagios en el mundo de la moda. Cada vez que recorremos un shopping vemos que todas las vidrieras tienen lo mismo, no se diferencian entre ellas. Después parecemos uniformadas, todas con la misma ropa. ¿Cuántas veces salimos a bailar y nos encontramos con una o más chicas con la misma remera que nosotras? Nos vemos divinas hasta que vemos a otra con lo mismo. Es horrible. No sé ustedes, pero a mí me gusta distinguirme del resto, aunque sea con un pequeño detalle original. Chicas, queda mil veces mejor un par de zapatillas intervenidas, que una copia burda de Isabel Marant.
Deberíamos incentivar a las marcas locales a encontrar un estilo propio, a dejar de lado las copias y buscar inspiración en la gente común. Las mentes brillantes no faltan, de eso estoy segura. Sólo tienen que animarse a más, a innovar. La originalidad suma mucho más y, a largo plazo, puede generar mayor rentabilidad. Hay que aprender a distinguir la inspiración de la imitación.
Nosotras decimos NO a las imitaciones, copias, falsificaciones y truchadas. ¿Te sumás? No dejes de pasar por Pampa y la Vía y dejar tu opinión al respecto.
K.
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